El plato que comemos, el cómo nos alimentamos es un reflejo de nuestras vidas:
- Si como muy rápido ¿Voy siempre acelerada y estresada? ¿Siempre con el piloto autómatico y sin estar atenta a lo que estoy haciendo en el aquí y ahora?
- Si como siempre lo mismo ¿Mi vida es monótona y cuadriculada?
- Si me prohíbo muchos alimentos ¿Me exijo demasiado? ¿Me guío por reglas externas, sin escuchar lo que realmente quiero y necesito?
- Si no disfruto de lo que como ¿Disfruto de mi vida, disfruto de lo que hago? ¿Hago lo que quiero y lo que me gusta?
- Si deseo comer mucho sin tener hambre ¿Me trago mis emociones? ¿De que tengo hambre realmente?
- Si abuso de alimentos no saludables ¿Me sé tratar con amabilidad y con la coherencia necesaria para conseguir lo que quiero?
Responder a estas y otras cuestiones, es interesante para reflexionar acerca de la relación contigo mismo y con lo que te rodea.
El camino hacia el cambio es un proceso que hay que disfrutar y al que hay que darle tiempo, a veces tiene baches y no es tan fácil recorrerlo.
Es necesario atender a diferentes aspectos que si no atendemos nos boicotearán ese camino de transformación. Es necesario atender a nuestro discurso interno, a nuestras creencias limitantes y aprender a vivir sin culpabilidad, con curiosidad y responsabilidad, explorar y descubrir lo que realmente queremos y lo que necesitamos.
Conectar con nuestra sabiduría interna es fundamental porque, si no lo hacemos , nos quedamos en las capas más superficiales del cambio. No sólo hay que poner el foco en lo externo. Es clave conectar con tu cuerpo, tus pensamientos, tus emociones. Porque no sólo pesan los kilos, pesan los miedos, los pensamientos rumiantes e inútiles, el estrés, la culpa, la autocrítica,....
Cuando el cambio te resulta difícil, cuando sabes perfectamente lo que tienes que hacer pero no consigues los resultados esperados, no dudes en pedir ayuda porque nadie nace sabiendo pero si nacemos para aprender y crecer.
UN CAMINO QUE MERECE LA PENA RECORRER.
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