Tal vez es el momento de un nuevo propósito: dejar de hacer la guerra a la comida y relacionarnos con amabilidad y conciencia con ella.
En todo proceso de cambio, es fundamental conocer nuestros hábitos actuales, qué rutinas o comportamientos adquiridos a lo largo de nuestras vidas, realizamos de un modo automático, qué señal me lleva a realizarlos y qué consecuencias o recompensa obtengo.
Por ejemplo, Señal que lleva al hábito: terminar de cenar y sentarme a ver la televisión Rutina o Hábito: comer galletas Recompensa: sentirme relajada
Lo interesante es que podemos desprogramar nuestro cerebro y adquirir nuevos hábitos (plasticidad cerebral) y aprender a responder en vez de a reaccionar con el piloto automático.
Normalmente, cuando hacemos dietas nos centramos en la pérdida de peso. No vemos el peso como el resultado de un problema, sino como el problema en sí. Sin embargo, el peso o los kilos no son el problema, sino los hábitos inadecuados que conforman el estilo de vida que tenemos en torno a la alimentación , al ejercicio y a la relación con nosotros mismos.
No vamos a caer en el error de seguir las reglas de una dieta (restrictiva) y una regulación externa de qué, cuánto, y cuando comer ni de centrarnos en la pérdida de kilos sin más. Esto sería guiarnos por una mentalidad dieta que, como modo de control está comprobado que no funciona a medio ni largo plazo.
Encuentra tu propósito: Lógicamente cambiar hábitos lleva su tiempo, y en este proceso es fundamental la motivación , nuestros para qué. Los seres humanos nos movemos por la motivación, es como la energía que necesita el cuerpo para coger impulso. Pregúntate ¿Para qué quiero perder peso? o ¿Para qué quiero aprender a comer de un modo más saludable? ¿Para qué quiero atender a mis necesidades reales y empezar a escuchar a mi cuerpo?,...
La motivación no es una fuerza mágica que se tiene o que no se tiene, es un concepto mucho más amplio que hace referencia al valor que una persona dará a los cambios y hace referencia a la confianza que tienes en que puedes conseguir tus objetivos. Hay que conseguirla con esfuerzo, constancia y responsabilidad; se entrena. Lo importante es que las ganas de conseguir lo que te propones, sea mayor al esfuerzo que te supone. Para cambiar hábitos es importante tener en cuenta varios aspectos básicos:
Planificar: trazar un plan con objetivos realistas y concretos (por escrito). Por ejemplo, comer mínimo dos piezas de fruta, andar 30 minutos por las tardes, incorporar verduras en comida y cena, comer sin televisión ni móvil, comer soltando cubiertos (Comer despacio), …
Plantear los objetivos como cambio de estilo de vida a largo plazo.
Flexibilidad en los cambios , dándote tiempo para asentarlos y afianzarlos y si es necesario modificarlos. Por ejemplo, si te has propuesto comer dos piezas de fruta diarias y ves que te cuesta incluso incorporar una, modifica el objetivo a “Comer una pieza de fruta diaria”. Y progresivamente ir aumentando el cambio hasta la meta perseguida.
Que la motivación sea intrínseca, es decir que tu cambio esté movido por la satisfacción personal que te puede producir y por la coherencia que ello significa en la manera en que quieres vivir tu vida.
Ir poco a poco, no querer cambiar todos los hábitos de golpe.
Practicar la amabilidad ante los “fallos” y no autocriticarte ante ellos. ¿Cómo puedo hacerlo mejor la próxima vez?
Tener presente tus
“para qué” (motivación). Por ejemplo, “Quiero comer más despacio para no comer en exceso ni sentirme llena”. “Quiero planificar la compra para llevar una alimentación más saludable y ahorrar”,...
Visualizarte haciéndolo bien y consiguiendo resultados. Siéntete orgulloso de tus cambios.
Lo que no podemos olvidar en cualquier proceso de cambio, es disfrutar de lo que se está haciendo. Disfrutar cuidándose con amabilidad .
Un camino que merece la pena recorrer
Rocío Martínez Muñoz
Psicóloga , experta en Nutrición y Alimentación Consciente.
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