Los pensamientos, juegan un papel fundamental en nuestra relación con la comida y con nosotros mismos, ya que a veces nos hostigan, nos angustian y los sentimos como realidad absoluta.
“No debería, pero un día es un día”
“Nunca lo conseguiré”
“Siempre estaré gordo”
“Esta vez lo haré perfecto”
“Nunca comeré esto”
“Soy un desastre”
“Me siento fatal”
“Por culpa de él al final he comido, me ha puesto de los nervios”.
Los pensamientos son estados mentales y no siempre se corresponden con la realidad. Yo los elijo, no ellos a mi. Tenemos que empezar a aprender a ver a los pensamientos como lo que son, arrebatándoles su poder de alterarnos o de controlar nuestras acciones. No por pensar que soy un fracasado lo soy.
Esta bien prestar atención a nuestras voces críticas e identificarlas, el problema radica en creer lo que dicen y en que esto nos paralice, bloquee o machaque. Con las técnicas adecuadas (terapia cognitiva, mindfulness,...) podemos aprender a tratar a los pensamientos como lo que son y a no quedarnos atrapado en ellos.
En muchas ocasiones distorsionamos nuestra percepción de la realidad. Identificar estas distorsiones es interesante para saber parar y dejar de rumiar sin sentido , son pensamientos inútiles que no favorecen la responsabilidad ni la acción:
Pensamiento dicotómico:“O lo hago bien, o lo hago mal” “O como muy poco, o como mucho” , “Alimentos buenos, alimentos malos”. Esta manera de evaluar las cosas no es realista, porque la vida rara vez es completamente blanca o negra (recuerda que existen otros colores). Los absolutos no existen en este universo. La flexibilidad es una de las claves de la alimentación consciente.
Perfeccionismo: “Tengo que hacerlo siempre bien”. Deja ir la necesidad de comer siempre perfectamente. Es natural y humano que a veces comamos sin conciencia, rápido, alimentos no saludables,...
Derrotismo: “Jamás lo voy a conseguir”
Filtro distorsionado: Se elige un detalle negativo de la situación y se fija exclusivamente en él, percibiendo así que toda la situación es negativa. Se atiende a los detalles negativos y se ignora el resto. Por ejemplo, “Toda la semana he estado cuidándome pero un día me dejo llevar por la ansiedad, no hago nada bien”......
Es fundamental que veamos los avances y las mejorías, lo bueno de la situación, los cambios positivos,...
Enunciaciones debería: “Debería haber hecho las cosas de otro modo”, “Debería comer menos” “No debería comer esto”,...
Cuando tu conducta no logre cumplir tus “debería/no debería”, te producirán culpa y vergüenza.
Consiste pues, en el hábito de mantener reglas rígidas y exigentes sobre como tienen que suceder las cosas.
Pensamientos saboteadores: se crean “razones para fallar”. “Si hoy no me llama, como”, “Como no encontré el vestido, como”,....
Etiquetación (designación global): Utilización de etiquetas estereotipadas (normalmente negativas) hacía tu persona y hacia los demás y, basada en tus/sus errores. En vez de describir tu error, te pones una etiqueta negativa. Suelen ser etiquetas peyorativas sobre tu aspecto, rendimiento, inteligencia, relaciones,... que implican un lenguaje muy vivido y con una gran carga emocional. “Soy un desastre”, “Soy un problema”, “Soy una enferma”, “Soy una gorda”,...…… La amabilidad en este punto es un aspecto que hay que trabajar.
Estos y otros pensamientos nos perjudican a la hora de tomar decisiones responsables y a la hora de actuar con conciencia , flexibilidad y amabilidad.
Lo interesante es identificar estos pensamientos, ser conscientes de ellos y no dejarnos llevar por ellos. Podemos aprender a responder a nuestros pensamientos de manera que no nos perjudiquen a la hora de cuidarnos.
Un camino que merece la pena recorrer
Espero tus comentarios.
MUCHAS GRACIAS!!!
Rocío Martínez Muñoz
Psicóloga y experta en Alimentación Consciente
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